Sube y baja que nos suelen pasar.
- Vanessa Zambito
- 1 may 2016
- 4 Min. de lectura
¿Escribo o no escribo? ¿Lo cuento? ¿Para qué hacerlo? ¿Seré la única? Todas estas preguntas me inundaban la cabeza y me frenaban de hacer algo que realmente ayudaría, por lo menos, a una personita. Y es que, me detenía simplemente por la pena o por no tener la suficiente confianza en mí.
Hace días comenté a través de Snapchat (si no me siguen, ¡¡¡háganlo YAAA!!! Vanessazambito) por lo que estaba pasando, tanto física como mentalmente. El cambio de vida ha tenido un impacto total sobre mí. He estado aumentando y disminuyendo de peso sin parar, unos días subo varios kilos y otros días he bajado un montón. Mi físico y apariencia eran las razones que me hacían sentir cada vez más triste, el aumentar drásticamente se debía al desespero y el afán, la ansiedad infinita por comer era o es -quizás la tenga un poco todavía- realmente inexplicable. Esto me hizo caer en una depresión horrible, en la que solo quería comer y estar en la casa encerrada en mis cuatro paredes, quería parar de hacerlo; pero no podía, no tenia las fuerzas suficientes para hacerlo.
Pasaban los días y era cada vez peor, no tenía autocontrol -cosa que ya era, para mí, una gran preocupación-. Han sido tantos días malos como buenos, aunque los malos; sin duda, son mayoría. Aún así, hay que hacer un gran esfuerzo por ver el lado positivo. Dejé de salir muchísimas veces para que simplemente nadie me viera, no quería fotos, no quería absolutamente nada. Solo pasaba horas destruyéndome frente al espejo, veía todo lo malo y “feo” que podía tener. Mirarme con tanta decepción ocultaba todas mis virtudes, incluso mi sonrisa diaria, mi vida se convirtió en algo amargo. Me llegué a encerrar en una cápsula de desprecio propio. Me parecía que todo estaba mal, lo que me decían, lo que me mostraban, lo que me preguntaban, lo que alegaban; todo me molestaba.
Así pasaban mis días, lo único que calmaba mi amargura era comer y comer; pero no cualquier comida, no, lo que me provocaba era lo que tuviera más AZÚCAR. En un día, bueno, en dos, pude comerme un pote completo de 500 gramos de Nutella, ¿pueden creerlo? Ni yo, de verdad, cómo pudo mi cuerpo comer semejante cosa en tan solo dos días. ¿Era simplemente por el placer de unos 10 o 15 minutos, para después estar súper arrepentida y correr al baño a vomitar? ¿Eso era lo que mi cuerpo y mente querían? ¡SÍ! Era simplemente eso.
En mis dos semanas más descontroladas eso era lo que hacía, comer como si la comida se fuese a terminar, como si no hubiera mañana. Mientras comía me sentía súper bien haciéndolo, ya que me daba satisfacción; pero la de verdad ese momentico de satisfacción se transformaba más tarde en un gran remordimiento. Quería poner un stop, pero se me hacía realmente imposible, no encontraba ese poder en mí y todavía me cuesta hacerlo. Busqué ayuda profesional y esta me recomendó que en mi tiempo libre hiciera algo que disfrutara y me ayudara a despejar la mente. Inmediatamente pensé en yoga -que es una actividad realmente fantástica, que te conecta con tu cuerpo, alma y mente-. En las semanas que iba a las pláticas mejoré un montón, luego se me complicaba ir y dejé de hacerlo, lo que me hizo recaer. Al momento de recaer, me tropecé con un libro que decía “La forma saludable de amar a tu cuerpo”, de manera inmediata lo compré y déjenme decirles que es lo que me ha ayudado a calmar mis angustias y concentrarme en mí.
Algo que también me ha dado mucho poder, es sonreír. Yo siempre llevaba una sonrisa en el rostro, pero al caer en este ciclo de depresión mi cara ya era otra. Hasta que decidí que, sin importar el estar “gorda” o “flaca”, llevaría por siempre esa sonrisa que se contagia, logrando transmitírsela a cada persona, causándome satisfacción.
No sé qué más les pueda contar al respecto, pero lo que sí sé es que solo tenemos una vida, hay que amarla y cuidarla. Sobre todo, hay que valorarla, cuidarse y respetarse, todo tiene un límite y debemos considerarlo. Que si nos caemos, simplemente busquemos la manera de levantarnos. Si no podemos solos, busquemos ayuda. Que si no nos dan una mano, procuremos otra. Pero cueste lo que cueste, siempre hay que empezar por nosotros mismos, si no hacemos un cambio desde adentro, el camino de la vida se nos hace más difícil de llevar. Cada sueño o meta podemos lograrlo si nos enfocamos en nuestros objetivos y dejamos de escuchar las voces que buscan destruirnos -tanto internas como externas-.
Sé que de verdad no soy la única que pueda pasar por esto, y sé también que muchas personas lo cuentan una vez superado todo el problema. Yo he decidido contarlo en el proceso, porque sí sé y estoy súper segura de que no soy la única, así que, pensé en contarlo y que si hay alguien igual que yo en estos momentos, pueda sentir que cuenta con mi con apoyo. Recuerden: para poder continuar y superar, no existe mejor ayuda que la confianza en uno mismo.
Comments